miércoles, 30 de octubre de 2013

Cauto, silencioso, el lobo salió una noche del bosque atraído por el olor del rebaño. Con paso lento se acercó al redil lleno de ovejas, poniendo atención en donde ponía la pata para no despertar con el más leve ruido al dormido perro.
 
Sin embargo, la puso sobre una tabla y la tabla se movió. Para castigarse por aquel error, el lobo levantó la pata con que habla tropezado y se la mordió hasta hacerse sangre.
 
  
 

1 comentario:

  1. que buena informacion hay en tu blog sobre todo de los cuentos cerreños

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